Sólo sé que no sé nada...

viernes, enero 26, 2007

Mi vida es perfecta

Hasta entonces había considerado que lo tenía todo. Se sentía afortunado, y no echaba de menos nada, ¿cómo iba a hacerlo? En el trabajo, le iba más que bien, sus compañeros lo trataban bien, y las personas que estaban a su cargo, con muchísimo respeto; si de algo tenía que estar orgulloso en el trabajo, era de hacer las cosas bien, y haber llegado donde estaba a su edad, que no era fácil. Y por supuesto, su sueldo era envidiable, con lo que se podía permitir cualquier capricho, como un coche en condiciones; incluso, si quería, podría cambiárselo cada poco tiempo, pero quería independizarse pronto, y el coche podía esperar. No tenía prisa, si algo tenía era muchísima paciencia...
Hacía bastante tiempo que no salía de fiesta, era algo que no le apetecía, sencillamente... Cuando quería iba con sus amigos a ver el fútbol, echarse unas cervezas, quizás algún peta, al cine, a la piscina... Pero salir de noche no era algo que le llamase la atención. Y si le apetecía, pues se iba de fiesta, pero no era algo que pasara a menudo: generalmente aprovechaba el fin de semana para descansar de obligaciones. Y, bueno, porqué no decirlo, si había conocido alguna chica, dedicaba ese tiempo a conquistarla... No era un chico que llamase la atención por ser guapo, pero sí por su actitud. De hecho, pocas se habían resistido a sus encantos desde que lo dejó con su última novia, que, por cierto, fue hace bastante; y por lo general, no le duraban demasiado, como mucho, dos fines de semana, quizá tres, pero nunca más.
Y sin embargo, cuando la conoció, nunca pensó que fuera a durarle más de tres fines de semana... Ni cuatro... Ni siquiera unos pocos meses. De hecho, cuando quiso darse cuenta, llevaba viéndola 4 meses. Y mirando hacia atrás, se dio cuenta de que depertaba en él un cariño que jamás había sentido. No era una santa, ni él tampoco, pero acababa de percatarse de que, aparte de lo que tuvieran, eran, sobre todo, amigos; se habían contado toda clase de cosas, ella le había apoyado en unas cosas y no había dudado en decirle las cosas claras cuando no le parecía bien, y él había hecho lo mismo, además de que, por alguna razón que no comprendía, sentía una especie de impulso protector hacia ella que ni siquiera sabía que tenía. Y la verdad es que... Se sentía querido.
Todo aquello le rompía los esquemas.
A pesar de estar con ella, no estaba dispuesto a rechazar la posibilidad de ver a otras chicas, aunque, muy a pesar de no querer reconocerlo, no quería ver a nadie más.
No le cabía en la cabeza tanta contradicción.
Y entonces fue cuando empezó a destruir todo aquello que tenía. Por puro orgullo, siguió con la dinámica que tenía antes sin dejar de estar con ella, pero inconscientemente ella estaba en su cabeza, comparaba a todas las chicas que pasaban por su lado con ella; y cuando estaba con ella, los remordimientos le comían por dentro... Se estaba haciendo daño a él mismo, y a ella también, porque aunque no le explicó lo que realmente pasaba, su comportamiento no era normal.
Y al ver cómo estaba evolucionando todo, tomó una decisión radical: poner tierra de por medio para ver si el elemento dañino era él o era ella, que había irrumpido en su armoniosa vida a la cual no le faltaba de nada...
Y cuando el tiempo pasó, lejos de todo aquello que estuvo a punto de destruir definitivamente, se dio cuenta de que aunque él había pensado que no le faltaba nada, estaba muy equivocado: ella le había demostrado que le faltaba algo muy importante, el afecto, el cariño, el amor; y que mientras no lo tuvo, no lo echó de menos, pero ahora que no lo tenía, sentía un vacío inmenso, un horrible agujero que era incapaz de tapar con nadie más.
La echaba de menos.
Pero ahora su miedo era si ella podría aceptar esa decisión que en su día tomó de apartarse de su lado sin previo aviso. Si le había hecho tanto daño que no sería capaz de perdonarle, si ya no le miraría como antes, sino con odio por haberle destrozado como lo había hecho. Y sobre todo, de si le habría sustituído ya por otro...


"No es más grande quien más sitio ocupa, sino quien más vacío deja cuando no está"

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