Sólo sé que no sé nada...

jueves, julio 05, 2007

Tanto tonto suelto y tan pocas balas...

Es decepcionante ver la verdadera cara de alguien a quien has considerado amigo o a quien te has sentido muy unido.
Ver como sus palabras son sólo unas pocas letras unidas entre ellas y carentes de significado que utiliza para conseguir un fin, fin del cual no estás al corriente, por supuesto, ya que si lo estuvieras, no lo aprobarías.
Y cuando descubres toda la farsa, cuando te das cuenta de todas las mentiras entrelazadas cuidadosamente, cuando descubres en realidad lo que esa persona pretende, llega la decepción, la desilusión.
Resulta que la imagen con la que intentaba que vieras a otras personas, tachándolas de mentirosas, de aprovechadas, de egoístas, es realmente el reflejo de lo que en realidad es esa persona.
Se crean un mundo paralelo, con una serie de justificaciones y razonamientos mentales que incluso llegan a creerse, para disfrazar lo que en realidad persiguen. En ese mundo paralelo, todo tiene sentido, todo es coherente... Si no fuera por que es una grandísima mentira.
Y lo grave es que cuando lo descubres, te decepcionas, sí, esa persona para tí deja de ser lo que era, pero, ¿qué haces? Te entran ganas de cogerle por el cuello y dejarle clarito que no eres estúpida. De decirle que no quieres más mentiras, que no entras en su juego, que se acabó jugar contigo, que la amistad que un día hubo, ha llegado a su fin. Pero... ¿para qué? Malgastar saliva, que esa persona siga tergiversando todo lo que tú digas y encima quedar de "mala". Pues no, ya sabes de qué pie cojea esa persona, lo mejor es marcar las distancias, alejarse, y no dejarle jugar contigo. Y que líe a quien quiera, pero desde luego, a ti no te volverá a coger desprevenida...

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