Estamos a las puertas del 2008, un año nuevo, enterito para estrenar, con todos sus días limpios e inmaculados para gastar, 365 días para recorrer...
Habitualmente se suele desear a los demás un feliz año nuevo, salud dinero y amor, y hacer una lista de Propósitos para el año que entra.
Yo os voy a decir algo que espero que os haga pensar.

Tenemos por delante un nuevo año para estrenar. No dejéis que las horas y el tiempo pasen sin pena ni gloria, no dejéis correr ese tiempo, dadle sentido a cada minuto con el propósito de que todas y cada una de las sensaciones que ese tiempo recorrido os dejen, sean dignas de recordar, no de enterrar en el baúl de los recuerdos.
Yo, personalmente, voy a empezar el año cometiendo una locura. Voy a quemar mi último cartucho... Si no lo intento, no voy a saber nunca qué podría pasar. Y no voy a quedarme de brazos cruzados, ya perdí demasiado tiempo viendo pasar las horas, esperando la reacción de los demás... Ahora me toca a mí.
Podríamos decir que mi propósito para el Año Nuevo es aprender a luchar por las cosas que quiero...
Feliz 2008. No lo desperdiciéis...
Le echo de menos, demasiado, no duele, pero sí me llena de una triste melancolía, de una tristeza agridulce que automáticamente, y sin remedio, cualquier cosa me lleva a él. Soy incapaz de disfrutar los buenos momentos, porque en mi mente está su ausencia, recordándome lo que es ser feliz de verdad. Y, créanme cuando les digo que dista mucho de lo que nos empeñamos en demostrar en estas fechas...

