Sólo sé que no sé nada...

jueves, abril 05, 2007

A los hombres hay que tratarlos mal...

Jamás he sido una "rompecorazones". O por lo menos, no me he enterado...
Me explico, nunca he ido por la vida con la intención de llamar especialmente la atención, más bien al revés, paso desapercibida, y me gusta. No soy de las que se pone en plan tonto, con actitud interesante para llamar la atención del chico que me guste en cuestión. No. Me limito a ser yo misma, sin más vuelta de hoja.
Y con eso quiero decir también que nunca he pensado aquello de "a los hombres hay que tratarlos mal para que te traten bien". Siempre he tenido muy claro que todos somos personas y que eso de tratar mal a alguien así como así iba en contra de mis principios. Y más incongruente me parecía aún si la persona a la que se quiere "maltratar", te gusta.
Pero claro, esque esa frase, está mal dicha...

No hace mucho, conocí a una persona a la que yo había tachado de borde, y más aún, de cabrón insensible. Los que estén leyendo esto y me conozcan, saben perfectamente que para que yo piense eso de alguien... Es porque se lo ha tenido que ganar a pulso, y sobretodo, demostrarlo. Evidentemente, si era un borde con todos, yo no fui una excepción: en cuanto nos conocimos, me soltó unas cuantas lindas flores, con una clase y una elegancia, que nunca había conocido. Todo hay que reconocerlo: borde, pero con un estilo increíble.
No lo voy a negar, semejante personaje, me imponía, incluso me daba miedo, pero mira tú por dónde, este chico despertó en mi algo que yo pensaba que no existía: el orgullo. No me iba a dejar pisar por él; sabía que no iba a estar a la altura de su ironía y sarcasmo, pero tenía que morir con las botas puestas, como suele decirse...
Y mira tú por dónde, parece ser que sí estuve a la altura, porque cuando más en situación estaba, él, dejó de contestarme.
Aquello fue todo un shock para mí: descubrir que tengo orgullo, desempolvar mi más afilada ironía, y además, ganarle un pulso a todo un maestro de la bordería. Increíble.
Pero, claro, no contaba con que con alguien acostumbrado a batallar, no se iba a dar por vencido, yo había ganado una mísera batalla, no la guerra. Aunque, esta vez, las cosas eran distintas: estaba usando su ironía y su sarcasmo, no contra mí directamente, sino a su favor. Dejándose a él como superior, indirectamente quedaba yo por debajo, además de que, tengo que reconocerlo, estábamos ya tonteando. Pero él solito, cayó en su propia trampa, y yo sólo tuve que decir lo evidente, ganando la 2ª batalla.
El asunto empezaba a darme miedo: ¿cómo se suponía que iba a reaccionar la próxima vez? Me imaginé que me hundiría en la miseria, más que nada, porque lo había dejado ya 2 veces a la altura del barro, yo, una aprendiz de borde, y además, chica... Su ego tenía que estar algo más que dolido.
Esa tercera vez, fue extraño. Las cosas tomaron un rumbo diferente.
Os pongo en situación: jugando con los amigos, a hacer preguntas sobre hacer elegir una opción u otra a quien tú quisieras (el porqué, cómo y cuándo de este juego, no importa). No hace falta decir, que nos picamos, claro. Él trataba de saber cosas sobre mí a través del juego, cosa que no me importaba en absoluto, porque, evidentemente, yo hacía lo mismo, pero de repente, las preguntas cambiaron el rumbo, y pasó de atacarme, a tirarme los trastos descaradísimamente. Aguanté aquello como pude, y de paso, yo alguna también le tiré... Aunque ni mucho menos tan envenenadas como él.
Os podéis imaginar los rumores y comentarios que despertó aquello luego...
Y ya para rematar, otro día, después de comentar con mis amigos (entre los que estaba él) un asunto bastante delicado, me esperaba un ataque frontal directo y destructivo suyo, porque, sinceramente, tenía por dónde atacar y os aseguro que de aquello, no habría sabido defenderme... Y para nada lo hizo. Al revés. Me dio una visión en la que yo no había caído y me dejó ver su lado más sensible. Me dejó sin palabras. Y con una cara de imbécil considerable. Yo que pensaba que era un tío borde, frío, un cabrón insensible, egocéntrico... ¡¡¡Y resulta que tenía corazoncito!!! Y qué tierno, por cierto...
En ese momento, se ganó mi admiración, se me ganó totalmente.
Luego comprendí muchas cosas.
No se trataba de una guerra. Bueno, quizás sí, pero no como yo la había entendido.
Con las 2 primeras "discusiones de gallitos" que tuvimos, no estaba haciendo otra cosa que averiguar que clase de chica era: primero, si era una niña que no aceptaba críticas, y luego si me gustaba que me echaran flores. Evidentemente, el pulso de ironías, fue una prueba "a ver si aguantaba".
Las otras 2... pues es evidente lo que fueron.

Así que, no se trata de tratar mal para que los chicos te vayan detrás, sino de ponerte en tu sitio para hacerte respetar.

4 comentarios:

Dioxateo dijo...

Vaya, cuando has empezado a describirlo como un cabrón insensible pensé que hablabas de mi... pero cuando has dicho que estabas a la altura, me he dado cuenta de que no podía ser yo, ;)

En otro orden de cosas, yo tengo un par de amigas de "insultar" de esas que cuando ves nos gusta lanzarnos dagas con estilo, picardia, y a ser posible en público... creeme es maravilloso poder decirle a alguien todo l oque piensas de él, que te lo hagan, y luego seguiros sonriendo...

Laura dijo...

Creeme que a su lado somos angelitos...
Está bien poder decir las cosas sin tapujos, y la verdad es que saber lo que los demás opinan de ti, aunque duela, también está muy bien, pero cuando te lo dicen sin mostrar ni un ápice de humanidad, duele. Imagínate al elemento en cuestión, que sus "víctimas" me dan pena, mucha pena, porque lo hace de tal forma, que tienes que ser muy hábil para poder defenderte y que no te deje, como mínimo, a la altura de barro...
Pero claro, todos tenemos corazón.
Quién sabe, puede que sea sólo una fachada, eso es algo que aún tengo que descubrir.

P.D.- Después de este mini-entrenamiento, no me duras ni 2 asaltos, beibi ;D jajaja

Dioxateo dijo...

Hay mucho capullo suelto hoy en día con el síndrome de Gregory House...

Dos asaltos... ¿eh?. Yo empìezo a golpear antes de subir al cuadrilatero...

Laura dijo...

Gregory House. Sí, de ese estilo, pero más elegante (y más wapo)
Sí, sí, pero tú aún eresun jóven padawan que aún tiene que aprender mucho, jsjsjsjs