Una vez me dijo una amiga que debía sentirme afortunada por haber conocido lo que ella denomina el Amor (con mayúscula, sí).
Ella dice que pocos seres humanos somos lo suficientemente afortunados como para saber lo que es, como para reconocerlo, y saber valorarlo. Y, desgraciadamente, también, para dejarlo ir cuando tiene ansias de libertad.
Según ella, el Amor es aquel que traspasa los límites de lo humano, aquel que perdura en el tiempo imperturbable, aquel que no entiende de Materia, sino de Alma.
Yo más bien me consideraría desdichada, por llamarlo de alguna manera.
Cuando conoces eso que ella Amor, sí, también conoces la Felicidad, pero cuando debes dejarlo marchar, sabes que no vas a encontrarlo de nuevo, de algún modo, te sientes vacía porque nada va a llenarte como lo que has tenido...
Quizás no lo entendí en todo su contenido.
O quizás soy demasiado egoísta para dejar ir algo así de verdad.
O quizás es el precio por saber qué es.
Pero la sensación de vacío se va engrandeciendo cada vez más, como un agujero negro que todo lo traga y desaparece en la nada.
¡Oh! L'Amour...