Sólo sé que no sé nada...

miércoles, enero 02, 2008

Carta a ninguna parte

Querido, mi querido...
Te has ido y me has dejado atrás.
Te despediste, sí, tal y como me habías prometido, siempre cumples tus promesas, pero ya te habías ido mucho antes. Pude ver la tristeza en tus ojos mucho antes de que desaparecieras por esa puerta, esa maldita puerta que cada día maldigo porque te dejó escapar... Igual que yo. Igual que me maldigo a mí misma, y me reprocho no haber luchado por ti.
Quizás si lo hubiera hecho, no habrías estado tan ausente días antes de que desaparecieras de mi vida.
Quizás estabas esperando ver un signo por mi parte que pudieras tomar como excusa para no abandonar todo lo que te rodeaba.
Quizás esas palabras que fui incapaz de pronunciar habrían evitado todo este sufrimiento, tuyo y mío. Porque lo ví en tu cara, porque lo siento dentro de mí.
Pero no pude, no lo hice, fui incapaz de pedirte que te quedaras conmigo.
Cada vez que pienso que el haber pronunciado esas palabras habrían cambiado nuestras vidas, el dolor se hace más intenso, porque entonces no hice todo lo que podía... Pero era algo que ya sabías, que no hacía falta que te dijera, y que tenías que decidir tú. Quizás si te lo hubiera pedido, ahora pensaría que estás conmigo en contra de tu voluntad, y quizás eso dolería más.
Sin embargo, te echo de menos.
Has dejado un vacío en mi vida imposible de volver a llenar.
Me siento sola e insegura a cada segundo que pasa, y allá donde miro, sólo te veo a ti, en cada rincón, me faltas; y los recuerdos vienen a mí para clavarse cada vez más fuertes en mi mente, para alojarse en mi corazón, más vivos que nunca, y duelen como si un puñal me atravesara el pecho, como si mi corazón llorase lágrimas de cristal, las lágrimas que mis ojos son incapaces de llorar por mi alma herida.
El dolor es demasiado grande como para llorar.
Las lágrimas no me consuelan ni sacian mi tristeza.
Lo único que la saciaría eres tú. Y tú no estás.
Dónde estarás...
Me consuela saber que tú estarás mejor que yo, que a ti no te dolerá tanto como me duele a mí.
Pero también sé que por eso mismo, acabaré siendo sólo un recuerdo para ti, un recuerdo entre tus otros tantos, que seguramente caeré en el olvido, y que si aún sientes algo por mí, el tiempo lo acabará borrando.
Me harás desaparecer, me harás irreal, no existiré, me matarás lentamente.
Y aunque sé que te has ido para no volver, mi inconsciente sigue esperando volverte a ver por esa puerta. Y esa estúpida esperanza es lo único que me mantiene viva a pesar del infierno que está suponiendo levantarme todos los días sin ti y enfrentarme a un mundo que no tiene sentido ya para mí, porque todas las noches sigues siendo mi último pensamiento, y todas las mañanas, el primero, y no dejo de preguntarme por qué es así de injusta la vida, y por qué me ha quitado algo tan valioso después de enseñarme lo que era la Felicidad.
Pero soy paciente. Seguiré esperándote, en este infierno, hasta el fin de los tiempos.

2 comentarios:

Cristina dijo...

Qué sincero...para qué lamentarnos de lo que no hicimos, seguro que en algún momento agradecerás que las cosas sean como son.

Un saludo.
...CriS...

dioni blasco dijo...

feliz año nuevo con retraso y un abrazo muy fuerte, con tu permiso y por adelantado