Sólo sé que no sé nada...

lunes, enero 28, 2008

L'Amour...

Una vez me dijo una amiga que debía sentirme afortunada por haber conocido lo que ella denomina el Amor (con mayúscula, sí).
Ella dice que pocos seres humanos somos lo suficientemente afortunados como para saber lo que es, como para reconocerlo, y saber valorarlo. Y, desgraciadamente, también, para dejarlo ir cuando tiene ansias de libertad.
Según ella, el Amor es aquel que traspasa los límites de lo humano, aquel que perdura en el tiempo imperturbable, aquel que no entiende de Materia, sino de Alma.
Yo más bien me consideraría desdichada, por llamarlo de alguna manera.
Cuando conoces eso que ella Amor, sí, también conoces la Felicidad, pero cuando debes dejarlo marchar, sabes que no vas a encontrarlo de nuevo, de algún modo, te sientes vacía porque nada va a llenarte como lo que has tenido...
Quizás no lo entendí en todo su contenido.
O quizás soy demasiado egoísta para dejar ir algo así de verdad.
O quizás es el precio por saber qué es.
Pero la sensación de vacío se va engrandeciendo cada vez más, como un agujero negro que todo lo traga y desaparece en la nada.
¡Oh! L'Amour...

domingo, enero 20, 2008

Voy, caminando por la vida...

La vida es caprichosa, o así se me antoja a mí en estos momentos.
Eso de que cuando no buscas algo, es precisamente cuando lo encuentras, es quizás una de las mayores verdades que conozco.
De hecho yo encontré una de las personas más valiosas en mi vida de esa forma, por casualidad, y sin buscarla.
Y cuando mejor estás, cuando menos quieres deshacerte de algo, es entonces cuando la vida te lo arrebata.
Nada ocurre porque sí. Siempre hay alguna razón de ser para todo lo que pasa a nuestro alrededor, y no sólo me refiero a las leyes físicas y químicas de este mundo, sino también a esas leyes que, sin comprenderlas muy bien, hacen que las cosas ocurran por algo. Siempre hay algo detrás de lo que nos sucede.
En estos momentos, ando rodeada de soledad. Una soledad que no he buscado, pero que me acompaña siempre, y no la temo, en absoluto, voy andando de su mano como si fuera ya familiar para mí. Mis épocas de soledad siempre me han servido para aprender algo. Son esos pequeños altos que hacemos en el camino, a veces forzosos, en los cuales nos paramos y miramos a nuestro alrededor.
Como ya dije, valoro más bien poco de lo que tengo en estos momentos.
No me he dado cuenta, y mi vida ha cambiado sustancialmente desde hace un tiempo. No es que me guste demasiado mi situación actual, pero soy una persona paciente, quizás demasiado. Y en estos momentos, necesito de mi paciencia para hacer que mi vida evolucione hacia algo que yo considero mejor.
No pretendo conseguir grandes cosas.
Hay cosas que no se pueden cambiar, y el tiempo va pasando lento, pero imparable.
Se me plantea la duda de si es acertado seguir con mi vida sin esperar absolutamente nada. Como ya he dicho, cuando no esperas algo, aparece. Pero hay cosas que no puedes tener, y pasar por la vida conesa actitud, no sé si suena demasiado desesperanzador...
Lo bueno que tiene la vida, es que no sabes qué te depara 2 pasos más adelante.
Quizás encuentres algo que te vuelva a llenar de ilusión.
Quizás no encuentres nada y aprendas a valorar lo que tienes.
Quién sabe...

domingo, enero 13, 2008

Y ahora... Nada.

Llevo unos días sin escribir nada, lo sé. Estoy expectante a ver qué pasa por mi inquieta cabecita, qué tipo de preguntas van a asomar por mi mente traídas por un corazón ansioso de felicidad, y, para mi sorpresa, no hay nada.
No hay preguntas, ni inquietudes, nada.
Y esque creo que esto ha sido un duro golpe para mí.
Desde que él apareció en mi vida, he convertido este blog en un diario de a bordo de mi interior, cosa que, cuando los que me conocen lo han leído, se han asustado, porque, exteriormente, aparento una serenidad y una alegría que no siempre se corresponden con lo que a veces pasa por mi cabeza.
Y estos días, que simplemente han pasado, sin pena ni gloria, una simple rutina que no me ha aportado nada que realmente me importe, por más que quería escribir unas letras, no he podido, no creía tener nada interesante que decir. Incluso he llegado a pensar que, de esta manera, lo más lógico era acabar cerrando este blog. Pero no creo que deba hacerlo, son ya muchos pensamientos convertidos a letras como para tirarlos a la basura.
Lo que sí me inquieta es esta pasividad ante la vida que he tomado como actitud, como si nada de lo que me pasara fuera importante.
Supongo que es lo que ocurre cuando una parte de uno mismo falta, y no hay ningún estímulo que te anime a seguir hacia adelante. Sólo te limitas a continuar. Quizás antes podría pensar que lo que tengo es valioso, pero en estos momentos no encuentro valor alguno a lo que tengo.
Desesperanzador, supongo.
Pero todo depende del cristal con que se mira, y el mío ahora es opaco.
Quizás necesite tiempo, quizás lo que necesite no pueda tenerlo jamás, quizás aún no ha llegado lo que necesito.
No lo sé. Sólo sé que no sé nada.

miércoles, enero 02, 2008

Carta a ninguna parte

Querido, mi querido...
Te has ido y me has dejado atrás.
Te despediste, sí, tal y como me habías prometido, siempre cumples tus promesas, pero ya te habías ido mucho antes. Pude ver la tristeza en tus ojos mucho antes de que desaparecieras por esa puerta, esa maldita puerta que cada día maldigo porque te dejó escapar... Igual que yo. Igual que me maldigo a mí misma, y me reprocho no haber luchado por ti.
Quizás si lo hubiera hecho, no habrías estado tan ausente días antes de que desaparecieras de mi vida.
Quizás estabas esperando ver un signo por mi parte que pudieras tomar como excusa para no abandonar todo lo que te rodeaba.
Quizás esas palabras que fui incapaz de pronunciar habrían evitado todo este sufrimiento, tuyo y mío. Porque lo ví en tu cara, porque lo siento dentro de mí.
Pero no pude, no lo hice, fui incapaz de pedirte que te quedaras conmigo.
Cada vez que pienso que el haber pronunciado esas palabras habrían cambiado nuestras vidas, el dolor se hace más intenso, porque entonces no hice todo lo que podía... Pero era algo que ya sabías, que no hacía falta que te dijera, y que tenías que decidir tú. Quizás si te lo hubiera pedido, ahora pensaría que estás conmigo en contra de tu voluntad, y quizás eso dolería más.
Sin embargo, te echo de menos.
Has dejado un vacío en mi vida imposible de volver a llenar.
Me siento sola e insegura a cada segundo que pasa, y allá donde miro, sólo te veo a ti, en cada rincón, me faltas; y los recuerdos vienen a mí para clavarse cada vez más fuertes en mi mente, para alojarse en mi corazón, más vivos que nunca, y duelen como si un puñal me atravesara el pecho, como si mi corazón llorase lágrimas de cristal, las lágrimas que mis ojos son incapaces de llorar por mi alma herida.
El dolor es demasiado grande como para llorar.
Las lágrimas no me consuelan ni sacian mi tristeza.
Lo único que la saciaría eres tú. Y tú no estás.
Dónde estarás...
Me consuela saber que tú estarás mejor que yo, que a ti no te dolerá tanto como me duele a mí.
Pero también sé que por eso mismo, acabaré siendo sólo un recuerdo para ti, un recuerdo entre tus otros tantos, que seguramente caeré en el olvido, y que si aún sientes algo por mí, el tiempo lo acabará borrando.
Me harás desaparecer, me harás irreal, no existiré, me matarás lentamente.
Y aunque sé que te has ido para no volver, mi inconsciente sigue esperando volverte a ver por esa puerta. Y esa estúpida esperanza es lo único que me mantiene viva a pesar del infierno que está suponiendo levantarme todos los días sin ti y enfrentarme a un mundo que no tiene sentido ya para mí, porque todas las noches sigues siendo mi último pensamiento, y todas las mañanas, el primero, y no dejo de preguntarme por qué es así de injusta la vida, y por qué me ha quitado algo tan valioso después de enseñarme lo que era la Felicidad.
Pero soy paciente. Seguiré esperándote, en este infierno, hasta el fin de los tiempos.

martes, enero 01, 2008

Libertad. Un concepto demasiado complicado

Curiosa la forma en la que te ata la Libertad.

"Tu libertad acaba donde empieza la libertad de los demás"

Era una frase que le encantaba a mi profesora de filosofía.
Y esque la libertad es más complicada que ese concepto que tenemos de "hacer lo que nos dé la gana". No. Las cosas no funcionan así.
Del mismo modo que tú tienes el derecho a hacer tus propias elecciones, el derecho a poder equivocarte, lo tienen también los demás. Y he ahí el cruce de libertades, acciones, consecuencias, responsabilidades y un larguísimo etcétera.
Es curioso cómo una acción individual puede acarrear una serie de consecuencias en la vida de los demás. Ya no sólo consecuencias físicas, tangibles, sino también psíquicas, emocionales.
Una acción puede condicionar el resto de acciones de otra persona a lo largo de su vida.
Quizás no nos hemos parado a pensarlo nunca, pero nuestras decisiones influyen en la vida de los demás, y cuanto más allegada sea una persona, más influencia ejercen tus decisiones sobre ella.
Dicen que cuando quieres a una persona de verdad, debes dejarle libertad absoluta para que tome sus propias decisiones, influirle lo menos posible, pero desde mi punto de vista es tremendamente difícil. Aunque sea involuntariamente, influyes en las personas que quieres.
Además, debes dejarles andar su camino, más que te pese.
Y eso duele. Aunque no sea egoístamente, el no tener a tu lado a las personas que quieres, duele.
A mí la experiencia me dice que cuando dejas algo ir, acaba volviendo. Pero la duda, la incertidumbre, hace que el dolor permanezca ahí.
Además, se plantea una duda adicional: ¿y si vuelve cuando ya es tarde?