Es un horror, hace un calor de mil demonios, por no decir otra cosa...
Llevo una temporadita haciendo las cosas a my way, y pasando bastante de todo. Sin ir más lejos, la página donde alojo mis imágenes, se fue al garete y ni me enteré.
Y ahora veo mi blog desangelado y descuidadísimo.
No tengo perdón, lo sé.
Pero bueno, es muy propio de mí tener temporadas en las que no se sabe de mi existencia si no me reclaman. Y ésta ha sido una.
En estos momentos, tengo ganas de cualquier cosa menos de estudiar. Ni la presión me hace coger ya los libros. Se me cierran los ojos y empiezo a plantearme si no sería mejor acostarme un rato en lugar de estar sin hacer nada y aprovechar mejor cuando me levante...
En fin, que sigo viva.
En breves, más aventuras y desventuras. Si esque alguien aún me lee...
Sólo sé que no sé nada...
miércoles, septiembre 03, 2008
sábado, mayo 17, 2008
Espero y quiero, pero... ¿será?
Hay ocasiones en la vida que sabes perfectamente el rumbo que van a tomar los acontecimientos. Eres totalmente consciente de que si A implica B, y B implica C, A implica C.
Sabes qué va a pasar y por qué fases vas a ir caminando poco a poco.
No me refiero a los tan conocidos deja vu. No. Me refiero a que, ya sea por sentido común, por experiencia, o por los motivos que sean, sabes que si las cosas se encaminan hacia algo, sabes exactamente lo que va a ocurrir y a dónde vas a llegar.
Y eso mismo pensaba yo, que los acontecimientos irían ocurriendo, más rápido o más lentamente, exactamente de la misma forma que otras veces.
Y no es así.
No soy capaz de pasar de la Fase 0.
Sigo igual que al principio.
Y no sé si me alegra y suspirar aliviada, o cogerme de los pelos, subirme por las paredes y colgarme del techo como un murciélago, y cortarme las venas...
Sin embargo, mi parte emotiva e intuitiva, me indica que si no avanzo, es por algo. Que quizás ésta no es como las demás veces, que quizás la experiencia de otras veces no me sirve únicamente para "hacerme fuerte", sino para reconocer también las oportunidades que se me pasan por delante y no dejarlas escapar.
Pero, ¿cómo atrapar una oportunidad cuando no tienes forma de hacerlo, cuando no depende de ti?
Tengo de mi parte saber exactamente cómo va a ser el curso de los acontecimientos. Y saber que si A no implica B, sino que A implica D, y D implica E, A, por fuerza, implica E.
Vamos, que el final no va a ser el mismo que otras veces. El final va a ser el que yo quiero, el que yo busco.
Debería alegrarme.
Supongo.
Sin embargo, no estoy feliz.
La dichosa incertidumbre lo nubla todo. Por más que trato de calmarme mentalmente, el no poder hacer nada para atrapar esa oportunidad y pensar que cualquier factor podría hacer variar la ecuación que me deja más que claro el rumbo de los acontecimientos, me inquieta.
Además, pienso que ese final es demasiado bonito para ser verdad, para que ocurra de verdad.
Suelo ser paciente, si algo me sobra es calma y paciencia. Sin embargo, con esto, no, soy anormalmente impaciente, como un niño que quiere un caramelo y llora y patalea hasta tenerlo. Y por más que lloro y pataleo, no hay caramelo...
Hay algo que necesito como el aire para respirar. Hay quien no entendería esto que digo porque no sabe lo que es necesitar algo que forma parte de ti. Eso que se encuentra por casualidad y que se reconoce porque, aunque nunca hayas tenido claro qué quieres, cuando aparece, lo reconoces, sabes que es lo que has estado buscando sin saberlo.
Y, esa necesidad, ese deseo de tenerlo, no desaparece. ¿Por qué? Muy sencillo: porque es parte de ti, porque siempre lo has estado buscando y siempre lo has necesitado para Ser completo.
La posibilidad de no tenerlo nunca duele demasiado, sobretodo después de saber a ciencia cierta que existe... Quizás por eso sigo guardando una pequeña esperanza acerca de ese final que va a ser diferente a los demás.
martes, mayo 06, 2008
Ojos que no ven...
Hay cosas que es mejor no saberlas.
Sí, siempre he pensado que la verdad merece saberla todo el mundo, pero hay verdades que hieren demasiado y cambian tu forma de ver las cosas y tus sentimientos hacia los demás.
Yo pensaba que ignorar una verdad aplastante e hiriente era imposible.
Y sin embargo, me equivoqué.
Para mi sorpresa, tengo una información bastante inquietante por corroborar, y no sé si quiero saberlo. De ésas que no te dejan dormir y te corroen a todas horas, hagas lo que hagas y estés donde estés.
En mi balanza a sopesar pros y contras, me encuentro con la posibilidad de romper algo increíble, o hacer como que no sé nada. Y sorprendentemente, a pesar de mis convicciones, empieza a pesar más el lado de ignorar algo que pudiera ser verdad, a saberlo y actuar en consecuencia.
Inaudito.
Me pregunto si ese algo que no quiero romper es demasiado importante para mí. Y también si lo es para la otra parte.
La duda me consume, no hace falta decirlo.
Pero prefiero el dolor de la duda al dolor de la verdad y la pérdida.
Y tengo que añadir que esa supuesta verdad, desde un principio, ha carecido de toda credibilidad, pero, la semilla de la duda, te va carcomiendo. Y no son ganas de dudar de la segunda persona, sino de malpensar de la tercera, que sí, es así, por alguna razón que desconozco, estoy en su punto de mira. No sé si se dispone a romper el mundo que tan cuidadosamente he ido construyéndome a base de mentiras, o de verdades llevadas a cabo con malas artes.
Por un lado pienso que si tan segura estoy de la integridad de la segunda persona, debería contarle la verdad, ya que todos tenemos derecho a saber la verdad. Por otra, la duda de que hayan podido ocurrir ciertas cosas a base de manipulación y maldad, la posibilidad de que esa verdad rompa en pedazos tan pequeños todo lo que me rodea, que no pueda volver a reconstruirlo, me hace poner en marcha uno de los principios más conservadores del mundo: "Si dudas, no actúes".
Pero... ¿Cómo puede quedar una persona así impune?
Siempre he pensado que uno recibe lo que da elevado a la enésima potencia.
Y una de dos: O yo no estoy obrando tan bien como pienso, o a la otra persona le cuesta recibir todo el daño que está causando.
Quizás tan solo el tiempo pueda darme una respuesta. O una oportunidad. O el placer de ver cómo cada uno tiene lo que merece.
No lo sé, y sin embargo, la duda sigue consumiéndome... Y la paciencia acabándoseme. Esta persona está tentando demasiado la suerte, y cuando mi paciencia se agote, quizás las dudas, mi mundo, y la posibilidad de verlo todo roto, me den lo mismo, o no tenga tiempo para pensar en ello, y se asuste de lo que va a encontrarse. Un infierno.
No me gusta que me tomen por tonta. Y tampoco perder el control...
Y yo sigo con mi duda... Y la opción de ignorar, sigue pesando infinitamente más.
Sí, siempre he pensado que la verdad merece saberla todo el mundo, pero hay verdades que hieren demasiado y cambian tu forma de ver las cosas y tus sentimientos hacia los demás.
Yo pensaba que ignorar una verdad aplastante e hiriente era imposible.
Y sin embargo, me equivoqué.
Para mi sorpresa, tengo una información bastante inquietante por corroborar, y no sé si quiero saberlo. De ésas que no te dejan dormir y te corroen a todas horas, hagas lo que hagas y estés donde estés.
En mi balanza a sopesar pros y contras, me encuentro con la posibilidad de romper algo increíble, o hacer como que no sé nada. Y sorprendentemente, a pesar de mis convicciones, empieza a pesar más el lado de ignorar algo que pudiera ser verdad, a saberlo y actuar en consecuencia.
Inaudito.
Me pregunto si ese algo que no quiero romper es demasiado importante para mí. Y también si lo es para la otra parte.
La duda me consume, no hace falta decirlo.
Pero prefiero el dolor de la duda al dolor de la verdad y la pérdida.
Y tengo que añadir que esa supuesta verdad, desde un principio, ha carecido de toda credibilidad, pero, la semilla de la duda, te va carcomiendo. Y no son ganas de dudar de la segunda persona, sino de malpensar de la tercera, que sí, es así, por alguna razón que desconozco, estoy en su punto de mira. No sé si se dispone a romper el mundo que tan cuidadosamente he ido construyéndome a base de mentiras, o de verdades llevadas a cabo con malas artes.
Por un lado pienso que si tan segura estoy de la integridad de la segunda persona, debería contarle la verdad, ya que todos tenemos derecho a saber la verdad. Por otra, la duda de que hayan podido ocurrir ciertas cosas a base de manipulación y maldad, la posibilidad de que esa verdad rompa en pedazos tan pequeños todo lo que me rodea, que no pueda volver a reconstruirlo, me hace poner en marcha uno de los principios más conservadores del mundo: "Si dudas, no actúes".
Pero... ¿Cómo puede quedar una persona así impune?
Siempre he pensado que uno recibe lo que da elevado a la enésima potencia.
Y una de dos: O yo no estoy obrando tan bien como pienso, o a la otra persona le cuesta recibir todo el daño que está causando.
Quizás tan solo el tiempo pueda darme una respuesta. O una oportunidad. O el placer de ver cómo cada uno tiene lo que merece.
No lo sé, y sin embargo, la duda sigue consumiéndome... Y la paciencia acabándoseme. Esta persona está tentando demasiado la suerte, y cuando mi paciencia se agote, quizás las dudas, mi mundo, y la posibilidad de verlo todo roto, me den lo mismo, o no tenga tiempo para pensar en ello, y se asuste de lo que va a encontrarse. Un infierno.
No me gusta que me tomen por tonta. Y tampoco perder el control...
Y yo sigo con mi duda... Y la opción de ignorar, sigue pesando infinitamente más.
lunes, abril 28, 2008
El retorno del Jedi
Hacía mucho que no escribía, pero la verdad es que hacía mucho que pensaba que no tenía nada nuevo que aportar, ni escribir, ni transmitir...
Hoy por hoy, la desilusión y la incertidumbre, me acompañan... Espero que por poco tiempo. Aunque, a veces es mejor no saber ni enterarte de ciertas cosas.
No sé si quiero saber o no.
Dicen que la verdad siempre es buena. Pero hay cosas que jamás deberíamos saber...
Me pregunto cómo puede haber personas tan insensibles como para pronunciar ciertas palabras sabiendo que hacen un daño irreparable como quien se enciende un cigarro, con la tranquilidad de estar haciendo algo totalmente inofensivo...
No sé si es que no tienen corazón, o esque son tan cínicas como para disfrutar con el sufrimiento ajeno.
No estoy segura.
Pero no lo entiendo. Y casi mejor así, porque, el día que lo entienda, seré una de esas personas. Mejor me quedo como estoy.
También me pregunto, qué impulsos nos llevan a mentir o a ocultar cosas, que, aunque lo parezca, no es lo mismo. Yo personalmente, veo más grave mentir, aunque hay quien ve eso de ocultar información tan grave como una mentira.
Hay veces que ocultamos las cosas para proteger a los demás. Eso tendría un motivo noble, con lo cual, suaviza en gran medida, bajo mi punto de vista, el error. En términos futbolísticos, pasaría de una amarilla a una falta.
Otras veces, ocultamos información porque el tema no es de nuestra incumbencia... Ahí dependiendo de la sutuación, puede ser una amarilla o una falta. A veces incluso una roja. El "no mojarnos" depende demasiado de las circunstancias.
Pero lo que sí es de roja, penalty y expulsión, es ocultar información para hacer de nuestra capa un sayo, sin importarnos los sentimientos de los demás. Ahí es cuando, sin dudarlo, te mandan a paseo, y con toda la razón del mundo. Eso es de ser muy cínico...
Pero cuando debes sacar una roja con penalty y expulsión a alguien, y no eres capaz... ¿Qué haces?
domingo, febrero 24, 2008
Actitudes infantiles, castigos ejemplares
Hoy ha sido un día de esos raros en los que no sabes muy bien por dónde te vienen las galletas...
Me ha sorprendido descubrir una actitud especialmente infantil en una persona a la que yo consideraba madura y con 2 dedos de frente.
Es algo que no concibo eso de estar acostumbrado a conseguir todo lo que quieres sin mover ni un solo dedo, y sino, me enfado.
Lo encontraba hasta divertido hasta que lo que se le cruzó en su afan por poseer fue algo mío, por llamarlo de alguna manera.
He consentido a esta persona contestaciones y desaires que a cualquier otra persona no se los habría dejado pasar. Pero la consideraba amiga, y, primero porque no le interesa a nadie ciertas cosas, y segundo porque consideraba una pérdida de tiempo ponerme a su nivel para acabar en una pelea de barro absurda, los dejé pasar.
Pero empiezo a pensar que este tipo de gente, no es que te coja el brazo cuando le ofreces la mano, esque poco a poco va subiendo más y más hasta que tú misma eres considerada por ellas como una posesión.
Y que me he cansado ya.
Ha ido a tocar algo que para mí es intocable y encima ha superado mis límites de paciencia, que creo que están por encima de lo normal, así que, se acabó la permisividad que he mostrado con ella.
Si nadie le enseñó que hay ciertas cosas que no se tocan y que todo tiene un límite, probablemente tenga que pararle los pies.
Aunque se me plantea la duda de si debería dejar que se diera de bruces contra el suelo cuando se diera cuenta de que no tiene ningún derecho sobre aquello que ella considera suyo y sin embargo me pertenece a mí. Desde luego, mi posición quedaría más digna, no cabe duda, pero no sé hasta qué punto asumiría ella la pérdida si esque llega a asumirla.
Son personas incansables, hasta límites que no podía imaginar.
Cualquier persona asumiría una pérdida más o menos bien, y se apartaría de enmedio haciendo más o menos ruido en su partida. Pero estas personas no. Ni lo uno, ni lo otro.
Cabezonería sin sentido que al fin y al cabo sólo les va a reportar dolores de cabeza y más conflictos que otra cosa. Y si sólo se quedara ahí, pues oye, cada uno recoge lo que siembra, pero no, el problema está en que también dan problemas a los demás.
Tendré que cantarle la canción del Ikea.. "Esto no se toca, quita, con esto no se juega..."
jueves, febrero 21, 2008
Adelantando el día de la Madre
Cuando mi madre me contó cómo había dejado que su futuro dejase de brillar para que el de mi padre empezara a hacerlo con más intensidad, no lo entendí.
Quizás si me lo hubiera dicho con estas mismas palabras, habría entendido que era amor. AMOR con mayúsculas. pero me lo dijo de tal forma que sólo pude ver que ella lo había dejado todo, había renunciado a todo, absolutamente todo, pasado, presente y futuro, para sencillamente estar ahí, a la sombra.
Y el capricho del destino, si esque existe, me está poniendo en la misma situación.
La historia se repite. Si no exactamente en fondo y forma, sí en esencia. Es una rueda que te va enseñando esas pequeñas cosas que en un pasado que incluso puede que ya no recuerdes, no entendiste.
Es una situación caprichosa. Irónica. Incluso divertida. Me arranca una de esas sonrisas que llevan implícitas un "¡Claro!... Qué cosas", y te deja pensativo.
No se trata de lo que has perdido. No.
No se trata de estar a la sombra. No.
No se trata de renunciar. No.
Se trata de elegir, de sopesar lo que quieres, lo que deseas, de mirar en tu interior y plantearte qué es más importante para ti, de valorar lo que necesitas, y desprenderte de lo que es secundario, porque hay cosas que por más que dejes atrás, nunca desaparecen, no renuncias a ellas, siguen a tu lado aunque estén lejos y cuando las necesitas ahí están sin falta.
Ella no está a la sombra. En realidad es el pilar indestructible sobre el que se ha construído todo lo que hay a su alrededor, aunque nadie sepa verlo, aunque parezca invisible, pero que sin él, todo se desmorona.
Ella es la pieza clave, y aunque renunciase a brillar por sí misma, es su forma humilde de decirle al mundo que es importante. Demostrándolo.
Pero no está sola.
Y eso es lo más importante. Es la base de un todo, un conjunto que se complementa de una extraña forma, increíble.
Cuando le conté mi situación, ella antes que nadie supo ver hacia dónde miraba mi camino, y me animó a seguirlo sin decirmelo abiertamente. Ya lo ha andado antes ella, sabe de sobra que, si de verdad yo también he encontrado el AMOR, sabría encontrar el mensaje que ocultaban sus palabras.
Siempre sabe cómo decir las cosas.
Y llegará un día en el que quizás también tenga que renunciar a mí.
Pero hay cosas que nunca se pierden.
Eso lo sé.
Dedicado a todas las madres
martes, febrero 12, 2008
Nunca más
Me levanto, y como cada día, me encamino hacia Mordor... Ese sitio alejado de la civilización donde el sol no penetra, y el frío y la humedad son dueños de todo el lugar. Javi pone un CD.
¡Oh! AC/DC. Qué grande es. Por lo menos el camino se hace más llevadero.
Desde el principio de la calle se ve la luz de la morada de la Señora Oscura. Definitivamente, esta mujer, no duerme, ¿es un androide? ¿Es un orco? No, es La Señora de los Anillos, dueña y señora de todo lo que nos rodea.
Nada más atravesar la puerta, me recibe Joe, con su saludo irónico y lleno de sorna. ¿Qué haría yo sin él todas las mañanas? Es quizás una de las pocas personas que hoy por hoy son capaces de sonsacarme una sonrisa.
Me pierdo entre albaranes y facturas, tratando de olvidarme que estoy en primera línea de batalla, a tiro de la Señora Oscura, cuando me pregunta qué tal fue mi examen el otro día.
Es curioso, a pesar de ser la persona menos considerada y más desagradable de la faz de la tierra, no me cuesta ser sincera con ella, al revés. Le hablo con franqueza. También las Señoras Oscuras tienen sus ratos buenos e incluso humanos.
Mientras las facturas se me comen, me abstraigo de la compañía de una de las pocas aliadas que tengo allí, y mi mente viaja tan lejos como puede en el tiempo, hacia esos momentos que tanto añoro, esos ratos que me hicieron feliz como nadie puede ni siquiera llegar a imaginarse. Y las palabras NUNCA MÁS, vienen de golpe a mi mente, provocándome una tristeza tal, que aún me pregunto cómo pude llegar a contener las lágrimas.
Quizás comprendí el significado que encierran en un instante que pensé que nunca llegaría.
Y no fue la única vez a lo largo del día.
En mi paseo mañanero hacia La Comarca, me enciendo un cigarro, ése que cojo con tantísimas ganas 2 horas antes de la semi-libertad, y me meto en mi mundo con las mismas palabras retumbándome en la cabeza una y otra vez. Y sin saber cómo, ahogo todo el dolor que me traen.
Tras el zafarrancho de mediodía, huyo a comer, y ni siquiera abro la boca. Me limito a escuchar y seguir en mi mundo con las malditas palabras en mi mente. Sí, hoy sabré de él, lo sé. No sé cómo, pero lo sé con seguridad.
Y a partir de ahí, la tarde se me escapa de las manos en La Guardería, con MaryJoe y La Rubia.
Tras un camino de vuelta más que ameno en el coche de mi aliada, camino con la música a todo volumen en mis oídos para no dejarme pensar hacia mi casa, el único lugar donde puedo desmoronarme sin temor a nada.
Y sí, sabía que tendría noticias suyas, y ahí estaban.
A la 1 A.M. yo no le dejé conciliar el sueño. Y me envió lo que me había prometido.
Pocas palabras, pero las suficientes como para darme cuenta de que mi dolor al lado del suyo es insignificante, de que si mi mente viaja casi sin darme yo cuenta, la suya está constantemente conmigo.
Y me da algo para que lo publique en un sitio donde todos los que le apreciamos podamos leerlo.
Algo que está cargado de melancolía, de tristeza, de pequeños mensajes que sólo él y yo entendemos y que, evidentemente, son para mí. Sólo para mí.
Y quiere que lo publique yo, pudiendo hacerlo él. ¿Quiere demostrarle a los demás que sólo está en contacto conmigo? Sí, en especial a alguien en concreto: a 2 personas que no quieren que lo nuestro vaya bien.
Hago lo que me pide, entre lágrimas; sus palabras me duelen, me duele su dolor.
Y sin embargo algo dentro de mí también entiende que ese NUNCA MÁS es probable que se esté desdibujando hasta desaparecer.
domingo, febrero 03, 2008
Escúchalo.
Hay situaciones y momentos en el camino en los que cuesta mirar hacia adelante, en los que las lágrimas te impiden ver más allá del presente.
Y quien dice las lágrimas, dice el dolor.
Se tambalea todo bajo tus pies, no sabes hacia dónde caminar, porque a tu alrededor sólo ves vacío. El futuro inmediato que veías no hace mucho, se ha desmoronado ante tus ojos y no encuentras la forma de volver a reconstruirlo, aunque sea sólo un sendero estrecho que vaya a ninguna parte.
Te encuentras en el mismo sitio, día tras día. El tiempo pasa y tú no avanzas porque no encuentras por dónde hacerlo. Y llega un punto en el que te has acostumbrado a permanecer quieto en ese mismo punto, y ni siquiera te planteas el avanzar.
Habías confiado en que tarde o temprano algo te haría ver un camino que estaba escondido, y habías decidido esperar hasta que eso pasara. Pero el tiempo pasa y nada ha cambiado.
Te limitas a existir y permanecer allí donde estás porque conoces las consecuencias, y temes que el dar un paso adelante suponga una catástrofe; ya se sabe, más vale malo conocido, que bueno por conocer...
Quizás la esperanza por recuperar lo que has perdido es lo que te mantiene ahí, expectante. Aunque la incertimbre te impida caminar.
Hay veces que la paciencia es lo único que nos queda. La paciencia, y uno mismo.
Porque hay veces que sólo el corazón entiende algunos sentimientos, que sólo el corazón sabe con certeza que hay cosas que no han terminado, que sabe con absoluta seguridad que ciertas cosas volverán.
Y no es que hayamos hecho las cosas mal para encontrarnos en ese punto de desesperación y dolor, sino que las cosas tenían que ser así para entender otras, aunque tú ya lo supieras desde hacía mucho tiempo, pero ahora has aprendido que el escuchar al corazón a veces es necesario, porque hay cosas que la razón no guía, sólo el corazón las comprende. Y si no lo escuchas, es cuando empiezas a caminar por el sendero equivocado...
lunes, enero 28, 2008
L'Amour...
Una vez me dijo una amiga que debía sentirme afortunada por haber conocido lo que ella denomina el Amor (con mayúscula, sí).
Ella dice que pocos seres humanos somos lo suficientemente afortunados como para saber lo que es, como para reconocerlo, y saber valorarlo. Y, desgraciadamente, también, para dejarlo ir cuando tiene ansias de libertad.
Según ella, el Amor es aquel que traspasa los límites de lo humano, aquel que perdura en el tiempo imperturbable, aquel que no entiende de Materia, sino de Alma.
Yo más bien me consideraría desdichada, por llamarlo de alguna manera.
Cuando conoces eso que ella Amor, sí, también conoces la Felicidad, pero cuando debes dejarlo marchar, sabes que no vas a encontrarlo de nuevo, de algún modo, te sientes vacía porque nada va a llenarte como lo que has tenido...
Quizás no lo entendí en todo su contenido.
O quizás soy demasiado egoísta para dejar ir algo así de verdad.
O quizás es el precio por saber qué es.
Pero la sensación de vacío se va engrandeciendo cada vez más, como un agujero negro que todo lo traga y desaparece en la nada.
¡Oh! L'Amour...
domingo, enero 20, 2008
Voy, caminando por la vida...
La vida es caprichosa, o así se me antoja a mí en estos momentos.
Eso de que cuando no buscas algo, es precisamente cuando lo encuentras, es quizás una de las mayores verdades que conozco.
De hecho yo encontré una de las personas más valiosas en mi vida de esa forma, por casualidad, y sin buscarla.
Y cuando mejor estás, cuando menos quieres deshacerte de algo, es entonces cuando la vida te lo arrebata.
Nada ocurre porque sí. Siempre hay alguna razón de ser para todo lo que pasa a nuestro alrededor, y no sólo me refiero a las leyes físicas y químicas de este mundo, sino también a esas leyes que, sin comprenderlas muy bien, hacen que las cosas ocurran por algo. Siempre hay algo detrás de lo que nos sucede.
En estos momentos, ando rodeada de soledad. Una soledad que no he buscado, pero que me acompaña siempre, y no la temo, en absoluto, voy andando de su mano como si fuera ya familiar para mí. Mis épocas de soledad siempre me han servido para aprender algo. Son esos pequeños altos que hacemos en el camino, a veces forzosos, en los cuales nos paramos y miramos a nuestro alrededor.
Como ya dije, valoro más bien poco de lo que tengo en estos momentos.
No me he dado cuenta, y mi vida ha cambiado sustancialmente desde hace un tiempo. No es que me guste demasiado mi situación actual, pero soy una persona paciente, quizás demasiado. Y en estos momentos, necesito de mi paciencia para hacer que mi vida evolucione hacia algo que yo considero mejor.
No pretendo conseguir grandes cosas.
Hay cosas que no se pueden cambiar, y el tiempo va pasando lento, pero imparable.
Se me plantea la duda de si es acertado seguir con mi vida sin esperar absolutamente nada. Como ya he dicho, cuando no esperas algo, aparece. Pero hay cosas que no puedes tener, y pasar por la vida conesa actitud, no sé si suena demasiado desesperanzador...
Lo bueno que tiene la vida, es que no sabes qué te depara 2 pasos más adelante.
Quizás encuentres algo que te vuelva a llenar de ilusión.
Quizás no encuentres nada y aprendas a valorar lo que tienes.
Quién sabe...
domingo, enero 13, 2008
Y ahora... Nada.
Llevo unos días sin escribir nada, lo sé. Estoy expectante a ver qué pasa por mi inquieta cabecita, qué tipo de preguntas van a asomar por mi mente traídas por un corazón ansioso de felicidad, y, para mi sorpresa, no hay nada.
No hay preguntas, ni inquietudes, nada.
Y esque creo que esto ha sido un duro golpe para mí.
Desde que él apareció en mi vida, he convertido este blog en un diario de a bordo de mi interior, cosa que, cuando los que me conocen lo han leído, se han asustado, porque, exteriormente, aparento una serenidad y una alegría que no siempre se corresponden con lo que a veces pasa por mi cabeza.
Y estos días, que simplemente han pasado, sin pena ni gloria, una simple rutina que no me ha aportado nada que realmente me importe, por más que quería escribir unas letras, no he podido, no creía tener nada interesante que decir. Incluso he llegado a pensar que, de esta manera, lo más lógico era acabar cerrando este blog. Pero no creo que deba hacerlo, son ya muchos pensamientos convertidos a letras como para tirarlos a la basura.
Lo que sí me inquieta es esta pasividad ante la vida que he tomado como actitud, como si nada de lo que me pasara fuera importante.
Supongo que es lo que ocurre cuando una parte de uno mismo falta, y no hay ningún estímulo que te anime a seguir hacia adelante. Sólo te limitas a continuar. Quizás antes podría pensar que lo que tengo es valioso, pero en estos momentos no encuentro valor alguno a lo que tengo.
Desesperanzador, supongo.
Pero todo depende del cristal con que se mira, y el mío ahora es opaco.
Quizás necesite tiempo, quizás lo que necesite no pueda tenerlo jamás, quizás aún no ha llegado lo que necesito.
No lo sé. Sólo sé que no sé nada.
miércoles, enero 02, 2008
Carta a ninguna parte
Te has ido y me has dejado atrás.
Te despediste, sí, tal y como me habías prometido, siempre cumples tus promesas, pero ya te habías ido mucho antes. Pude ver la tristeza en tus ojos mucho antes de que desaparecieras por esa puerta, esa maldita puerta que cada día maldigo porque te dejó escapar... Igual que yo. Igual que me maldigo a mí misma, y me reprocho no haber luchado por ti.
Quizás si lo hubiera hecho, no habrías estado tan ausente días antes de que desaparecieras de mi vida.
Quizás estabas esperando ver un signo por mi parte que pudieras tomar como excusa para no abandonar todo lo que te rodeaba.
Quizás esas palabras que fui incapaz de pronunciar habrían evitado todo este sufrimiento, tuyo y mío. Porque lo ví en tu cara, porque lo siento dentro de mí.
Pero no pude, no lo hice, fui incapaz de pedirte que te quedaras conmigo.
Cada vez que pienso que el haber pronunciado esas palabras habrían cambiado nuestras vidas, el dolor se hace más intenso, porque entonces no hice todo lo que podía... Pero era algo que ya sabías, que no hacía falta que te dijera, y que tenías que decidir tú. Quizás si te lo hubiera pedido, ahora pensaría que estás conmigo en contra de tu voluntad, y quizás eso dolería más.
Sin embargo, te echo de menos.
Has dejado un vacío en mi vida imposible de volver a llenar.
Me siento sola e insegura a cada segundo que pasa, y allá donde miro, sólo te veo a ti, en cada rincón, me faltas; y los recuerdos vienen a mí para clavarse cada vez más fuertes en mi mente, para alojarse en mi corazón, más vivos que nunca, y duelen como si un puñal me atravesara el pecho, como si mi corazón llorase lágrimas de cristal, las lágrimas que mis ojos son incapaces de llorar por mi alma herida.
Las lágrimas no me consuelan ni sacian mi tristeza.
Lo único que la saciaría eres tú. Y tú no estás.
Dónde estarás...
Me consuela saber que tú estarás mejor que yo, que a ti no te dolerá tanto como me duele a mí.
Pero también sé que por eso mismo, acabaré siendo sólo un recuerdo para ti, un recuerdo entre tus otros tantos, que seguramente caeré en el olvido, y que si aún sientes algo por mí, el tiempo lo acabará borrando.
Me harás desaparecer, me harás irreal, no existiré, me matarás lentamente.
Y aunque sé que te has ido para no volver, mi inconsciente sigue esperando volverte a ver por esa puerta. Y esa estúpida esperanza es lo único que me mantiene viva a pesar del infierno que está suponiendo levantarme todos los días sin ti y enfrentarme a un mundo que no tiene sentido ya para mí, porque todas las noches sigues siendo mi último pensamiento, y todas las mañanas, el primero, y no dejo de preguntarme por qué es así de injusta la vida, y por qué me ha quitado algo tan valioso después de enseñarme lo que era la Felicidad.
Pero soy paciente. Seguiré esperándote, en este infierno, hasta el fin de los tiempos.
martes, enero 01, 2008
Libertad. Un concepto demasiado complicado
Curiosa la forma en la que te ata la Libertad.
"Tu libertad acaba donde empieza la libertad de los demás"
Era una frase que le encantaba a mi profesora de filosofía.
Y esque la libertad es más complicada que ese concepto que tenemos de "hacer lo que nos dé la gana". No. Las cosas no funcionan así.
Del mismo modo que tú tienes el derecho a hacer tus propias elecciones, el derecho a poder equivocarte, lo tienen también los demás. Y he ahí el cruce de libertades, acciones, consecuencias, responsabilidades y un larguísimo etcétera.
Es curioso cómo una acción individual puede acarrear una serie de consecuencias en la vida de los demás. Ya no sólo consecuencias físicas, tangibles, sino también psíquicas, emocionales.
Una acción puede condicionar el resto de acciones de otra persona a lo largo de su vida.
Quizás no nos hemos parado a pensarlo nunca, pero nuestras decisiones influyen en la vida de los demás, y cuanto más allegada sea una persona, más influencia ejercen tus decisiones sobre ella.
Dicen que cuando quieres a una persona de verdad, debes dejarle libertad absoluta para que tome sus propias decisiones, influirle lo menos posible, pero desde mi punto de vista es tremendamente difícil. Aunque sea involuntariamente, influyes en las personas que quieres.
Además, debes dejarles andar su camino, más que te pese.
Y eso duele. Aunque no sea egoístamente, el no tener a tu lado a las personas que quieres, duele.
A mí la experiencia me dice que cuando dejas algo ir, acaba volviendo. Pero la duda, la incertidumbre, hace que el dolor permanezca ahí.
Además, se plantea una duda adicional: ¿y si vuelve cuando ya es tarde?
"Tu libertad acaba donde empieza la libertad de los demás"
Era una frase que le encantaba a mi profesora de filosofía.
Y esque la libertad es más complicada que ese concepto que tenemos de "hacer lo que nos dé la gana". No. Las cosas no funcionan así.
Del mismo modo que tú tienes el derecho a hacer tus propias elecciones, el derecho a poder equivocarte, lo tienen también los demás. Y he ahí el cruce de libertades, acciones, consecuencias, responsabilidades y un larguísimo etcétera.
Es curioso cómo una acción individual puede acarrear una serie de consecuencias en la vida de los demás. Ya no sólo consecuencias físicas, tangibles, sino también psíquicas, emocionales.
Una acción puede condicionar el resto de acciones de otra persona a lo largo de su vida.
Quizás no nos hemos parado a pensarlo nunca, pero nuestras decisiones influyen en la vida de los demás, y cuanto más allegada sea una persona, más influencia ejercen tus decisiones sobre ella.
Dicen que cuando quieres a una persona de verdad, debes dejarle libertad absoluta para que tome sus propias decisiones, influirle lo menos posible, pero desde mi punto de vista es tremendamente difícil. Aunque sea involuntariamente, influyes en las personas que quieres.
Además, debes dejarles andar su camino, más que te pese.
Y eso duele. Aunque no sea egoístamente, el no tener a tu lado a las personas que quieres, duele.
A mí la experiencia me dice que cuando dejas algo ir, acaba volviendo. Pero la duda, la incertidumbre, hace que el dolor permanezca ahí.
Además, se plantea una duda adicional: ¿y si vuelve cuando ya es tarde?
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