Sólo sé que no sé nada...

martes, agosto 16, 2005

¿Estudias o trabajas?

Me hace especial gracia cuando me sueltan frases del tipo: "¡Qué bien vivís los estudiantes!" o "Aprovecha ahora que estudias...".
Sí, sí, es tremendamente relajado levantarte a las 7:30, ir para la facultad, estar varias horas sentado en uns silla que me recuerda más a un asiento de autobús que a cualquier otra cosa, no como una de esas sillas con ruedas y reclinables, mulliditas que hay en los despachos, que va; luego, estás aguantando a una serie de indivíduos que, para qué nos vamos a engañar, menuda fauna... Podría empezar desde un clon en pelirrojo de la pitonisa Lola (aunque con bastante más mala virgen, todo hay que decirlo), hasta un enano estirado que no ve por donde pisa, o un taxista-ganadero que se dedica a llamar nuestra atención haciéndonos soniditos extraños como si fuéramos vacas o, en el mejor de los casos, ovejas. Y eso, sin contar que, en verano, hay quién no conoce el concepto ducha, desodorante o higiene personal... Además, ojo, estáte concentrado en lo que oyes, porque tienes que coger apuntes para luego estudiar de ellos, que el asunto se complica si el profesor se atasca o tú ya estás medianamente saturado, cosa que empieza a suceder a partir de la tercera hora de clase aproximadamente...
También está el tema de los compañeros, porque si te toca al lado una rubia psicópata que se dedica a no coger apuntes y recortar mariconaditas para su agenda, y, cuando mira tus apuntes y ve más de 2 párrafos seguidos, los rapta, la hemos liado, porque, o le arreas un buen guantazo (que es lo primero que se te viene a la mente, sobretodo si no tienes nada que ver con la dichosa rubia) y rescatas tus apuntes, o pasas de montarla en clase y coges otra hoja para seguir cogiendo apuntes jurando en arameo entre dientes porque por culpa de la energúmena en cuestión, tus apuntes ya no siguen un orden lógico... O también, el típico gracioso que hace bromitas en clase, que normalmente, pues le sigues el rollo, incluso te ríes (el chaval tiene su gracia, y tú estás de la pitonisa Lola hasta... Ya me entendéis), pero como te dé por intentar coger apuntes en serio y escuchar algo, pues te dan ganas de hacerle una traqueotomía en vivo y en directo...
Y luego vas a la cafetería, asqueada hasta la médula de aguantar día sí y día también a los mismos profesores entre las mismas 4 paredes, soltándote un año tras otro rollos parecidos o aún peores, y, para un ratito que tienes para evadirte con los amigos, con tu café y donut (o Coca-Cola y pincho de tortilla, tampoco es que haya mucha variedad), y una partidita de guiñote, te preguntas: ¿cuántos cafés se echa al día una persona en su trabajo? Sin contar que sea funcionario, claro está...
El asunto se complica cuando te queda alguna del año pasado, que entonces, además, tienes que volver por la tarde, y, si tienes suerte, puedes perder de vista el edificio de la facultad y largarte a comer a casa, pero, sino, a comer por los alrededores. Que si vas acompañado, aún te echas unas risas y aguantas la segunda tanda de por la tarde, pero, sino, aparte de lo deprimente que puede ser comer solo, ¿qué haces después del café de rigor? ¿Ponerte a estudiar? Sí, hombre, tienes tú un cuerpo jota como para enganchar los apuntes y ponerte a estudiar... Como mucho, leer el periódico, pero, con la calma, ¿eh? Que la cultura es voluntaria y lo de leer, como que después de 5 horas cogiendo apuntes, no te apetece demasiado... Pero, ¿qué otra cosa vas a hacer? Porque, en mi facultad, césped para tumbarse a la bartola, no hay... Entonces envidias insanamente a los que están en el campus...
Pero lo peor es estar en clase después de comer, con la modorra de la siesta, criminalmente atontadora... ¡Ala! ¡Coge apuntes, coge!
Y si tienes suerte, llegas a casa a una hora prudente. Que, o te caes muerta en el sofá, o te pones a estudiar... Que va a ser lo primero, oye, que lo segundo, casi que lo dejo para mañana... Eso si tus padres no están martilleándote con lo de 'ponte a estudiar un poco, que te conviene'.
Y llega el fin de semana, y tienes unas ganas locas de salir de fiesta, porque sino, en casa te subes por las paredes, sobretodo al ver amenazantes los apuntes en el escritorio y al oir como te 'recomiendan' tus padres que estudies... Y, oye, que uno también debe tener vida social, que el ser humano es un ser sociable por naturaleza, o algo así me dijeron en una clase de filosofía, y si lo dijo un filósofo, habrá que hacerle caso, que eran tíos muy listos y sabían lo que se decían.
Y como llegas tarde, al día siguiente, te despiertas tarde, y a los apuntes que los zurzan, que suficiente tienes con esa sed que no te deja vivir y ese ruidito martilleante que te trajiste desde algún garito anoche...
Aunque, lo peor es la época de exámenes, claro. Que como hay que aprobar, te pones a estudiar, pero en casa, entre la tele, las comidas familiares y esas discusiones tan entrañables que se generan en las que todos van aumentando poco a poco el tono de voz, tu hermana, que pone la música a toda leche, y suerte tienes si no tienes primos o sobrinos pequeños... Así que tu mejor opción, se llama biblioteca. Pero, de mejor opción, nada, porque llegas allí, te pones los cascos, empiezas a estudiar y, o te encuentras cada 2 por 3 a alguien que conoces, con lo que, tu capacidad de concentración disminuye alarmantemente, o te encuentras con amigos, que aún es peor, porque el día que no es uno, es otro el que no está muy por la labor de estudiar, con lo que, en el mejor de los casos, te pasas la mañana, la tarde o el día entero en la cafetería... Y tu conciencia te dice que no está bien, pero, ostras, esque lo de estudiar no apetece nada, y por un café, no pasa nada... ¿no? Y de vuelta a casa, los remordimientos te corroen, y tratas de estudiar algo antes de dormir. Y tu madre te dice que no haces nada, y te persigue por la casa dándote una vara infernal, y te acaba consumiendo el poco tiempo que podías dedicarles a los apuntes antes de irte a la cama para dormir un número razonable de horas para poder estudiar al día siguiente. "Mañana empiezo en serio", dices, pero sabes que seguramente no será verdad, y como la conciencia te remuerde, no puedes dormir, y al día siguiente, más de lo mismo... Y así te plantas el día del examen, y no tienes ni puñetera idea. O peor aún, que lo llevas todo genial, y te encuantras al borde de siempre que te suspende y no sabes muy bien porqué, y no te explicas como la otra, que se sentó a tu lado, que no tenía ni idea y se copió de ti, tiene un notable... ¡A ver cómo le explicas tú eso!
Y lo mejor de todo, oye, es que la enseñanza superior está subvencionada por el Estado. No pagamos ni la mitad de las tasas... Fíjate, y los trabajadores cobrando a fin de mes... ¡¡Qué suerte tengo!!

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